La semana pasada, coincidiendo con el Gran Premio de Valencia de motociclismo, estuve por allí. 5 días antes de mi viaje empecé a buscar hotel y, como iba a ir mucha gente, los precios de las habitaciones estaban ya por los aires. Sin embargo, hasta un día antes del viaje no estaba seguro de cuándo viajaría y, cuando me quise poner, los precios habían subido ya a la estratosfera. Venga a buscar y buscar, habitaciones normales de hotel entre 500 y 1500€ la noche. A la desesperada, ampliamos el radio de búsqueda. Por fin, una habitación por 170€, y con parking y con bañera de hidromasaje!! Bueno, en circunstancias normales, no habría sido una habitación barata, pero en esa situación, sin pensarlo hago la reserva. Habitación doble para dos hombres adultos heterosexuales, pero bueno, si no hay dos camas, como tiene 60 metros, ya pediremos una cama supletoria, me dije. Al hacer la reserva, me llamó la atención que pedía la hora a la que se llegaría al hotel, aunque asumí que era para dar mejor servicio. Además, se decía que no sería posible ocupar la habitación hasta las 15 horas. Si bien es cierto que la red es una gran ayuda de cara a facilitar ciertas gestiones, no es menos cierto que para mostrar la mejor cara de lo que busca la gente en este medio, el uso de imágenes es el principal aliado. Es ahí donde no queda más remedio que pedir unos ojos prestados y en esta ocasión, como tantas veces antes, hice la búsqueda con una persona en particular, tanto por lo bien que me conoce, como por la absoluta confianza que tengo en su criterio. Es cierto que nos echamos unas risas cuando me describió algunas de las fotos, pero concluimos que al menos la cama no tenía forma de corazón… como les ha pasado a otras! 😉 Pasada una semana, la conclusión es que, aunque no siempre se puede, no hay como hacerse una opinión propia!
Tras pasar todo el día en el circuito, llegamos por fin al hotel. Estaba situado en la vía de servicio, con muy pocas señales externas. Nos acercamos con el coche y había un timbre al que llamamos. Salió una señorita y sin bajar del coche, le dimos el DNI. Nos hizo saber que teníamos que entrar por el “Garaje 30”. Sin saber muy bien a qué se refería, avanzamos por un pasillo hasta que, en efecto, vimos una puerta de garaje con el 30. La puerta se abrió y pasamos con el coche. Nos pusimos a descargar el poco equipaje que llevábamos y se cerró la puerta dejándonos a oscuras. Por aquello de que tengo más experiencia moviéndome en la oscuridad, fui yo delante.
Subí por unas escaleras pasando la mano por la pared. En un momento dado noto como que ésta se mueve, pero sigo buscando la puerta. Abro y lo primero que dice mi amigo es: “Pero si hay espejo en el techo! Y velitas encendidas!”
Soltamos las mochilas y tras hacer un recorrido para que yo conociera la habitación, empezamos a reparar en otros detalles a los que no estamos habituados.
Catálogo de cremas, ungüentos, preservativos, lubricantes, velas, antifaces y… un silo de misiles ordenados de menor a mayor entre 11 y 22cm. Creo que ahora los llaman juguetes eróticos, aunque quizás, a los últimos de la lista, yo los llamaría competencia desleal. Y me pregunto: “Dónde me he metido?”
Luego, además, vemos una ficha en la que se detallan todos los procesos de limpieza por los que ha pasado la habitación, anti fúngicos, esterilizadores, que concluye diciendo que la limpieza va más allá de lo normal. Yo, sigo preguntándome con resquemor… “Donde me he metido? Debí fijarme más en lo de las fotos!”
Decidimos salir por el pueblo a cenar algo y, no me preguntéis por qué, pero se nos ocurre salir por la puerta. Ésta, lleva a un pasillo y a su vez, llegamos a lo más parecido a lo que debía ser la recepción, una especie de despacho. De pronto reparamos en que no tenemos llaves y es lo primero que preguntamos: “Está claro que este hotel es para lo que es, aunque nosotros hemos venido a las motos. Queremos salir a cenar pero no tenemos llaves.” . “No, aquí no hacen falta. Se sale por el garaje.” “Y para salir a cenar?” “hay que pagar la habitación. “Y para cenar?” “Se lo llevamos todo a la habitación.” “Pregunto por la hora de los desayunos y me contestan que aquí los desayunos se sirven 24 horas. Eso sí que es un desayuno! 🙂 Como tampoco soy tan inocente, intuyo la respuesta pero aún así pregunto por la cama supletoria… Todavía resuenan en mis oídos las carcajadas que recibí como respuesta.
Volvemos a la habitación y pedimos unos sándwiches para cenar. En realidad, abstrayéndose de la situación, la habitación está fenomenal y le digo a mi amigo. “El hotel está muy bien, lo que falla es el acompañante!” Él no puede hacer otra cosa que manifestar su acuerdo con mi aseveración.
Llega la cena, suena un timbre y nos pasan los platos por un hueco que permite no abrir la puerta, para mí, el trozo de pared que se movió cuando llegamos. Vienen envueltos como si hubieran pasado por el procedimiento de limpieza del resto de la habitación.
Entretanto, comentamos que da pena desaprovechar el Yacusi y ante la afirmación de que cabíamos los dos sin tocarnos, yo declino la invitación con un “Ve tú, ve tú.”
Y bueno, llega el momento de dormir, en realidad ha sido un día agotador. A las mujeres les hace mucha gracia los reparos de los hombres para dormir juntos, hacemos un par de comentarios y coincidimos en alegrarnos del gran tamaño de la cama y la firmeza de su colchón y nos echamos a dormir… Eso sí, tan separados como los ingredientes de esta sopa de ajo deconstruida! 🙂
Sopa de ajo deconstruida con jamón crujiente y huevo en baja cocción:
Ingredientes para 4 personas:
180. de pan pallés.
2-3 dientes de ajo.
1 cucharadita de postre de pimentón de la Vera.
60g. de aceite de oliva.
1,5l. de caldo de jamón o de carne.
0,5l. de agua.
150g. de jamón Ibérico.
4 huevos.
Para la sopa:
Tostar en el horno el pan poniéndolo sobre la rejilla con el horno encendido arriba y abajo a 150º hasta que empiece a dorarse. Debe quedar un poco blando en el interior.
Por otra parte, pelar y filetear los dientes de ajo. Ponerlos a freír en el aceite junto con el pimentón con cuidado de que no se quemen. Trocear el pan y freírlo también. Añadir el agua y el caldo y dejar hervir 20 minutos.
Con un chino, separar el caldo del pan. Dejar reposar el caldo y colar.
Opcionalmente, se puede gratinar el pan poniéndolo bajo el rill del horno de 20 a 30 minutos en una fuente.
Para el jamón crujiente:
El crujiente se puede hacer tanto en el horno como en el microondas. En este caso vamos a hacerlo en el microondas poniendo en un plato una hoja de papel de cocina , el jamón y otra hoja de papel por encima. Minuto y medio a máxima potencia suele ser suficiente, aunque depende de la cantidad de jamón y de la potencia del micro.
Para los huevos:
Hay diversas formas de hacer los huevos a baja temperatura en casa para conseguir que la yema y la clara tengan la misma textura. La más sencilla es con la Thermomix. Con el modelo T31, se trata de calentar el agua a 60º unos 10 minutos y luego dejar los huevos en el cesto 60 minutos más a la misma temperatura. Mejor utilizar huevos pequeños y a temperatura ambiente.
En cualquier caso, se pueden hacer los huevos escalfados vertiendo el huevo crudo en agua hirviendo con un buen chorro de vinagre haciendo un remolino previamente con una cuchara.
Cómo se sirve:
En un plato sopero, disponer por un lado el pan de la sopa, por otro lado el crujiente de jamón y el huevo, por ejemplo, encima del pan. Ya en la mesa, verter en cada plato el caldo colado con una jarra cuidando que no se sumerja el jamón para que no pierda el crujiente.
En esta ocasión, el episodio narrado con tan fina ironía se ha comido la sopa! Buenísimo
Cristian! Q nos tienes huerfanos de anecdota y receta!!